Las ramas de los árboles rozan a los automóviles de mayor tamaño, como los autobuses y camiones.
Manolo y Andrés, vecinos de la zona, lamentan que a pesar de haber denunciado la situación nadie haga nada por mejorarla, “sólo nos harán caso cuando haya alguna desgracia, entonces vendrán y los quitarán pero alguien habrá sufrido las consecuencias”. De momento, nadie ha tenido que lamentar en sus propias carnes la inestabilidad de los pinos, sólo algunos coches con las consiguientes pérdidas materiales. Además, “las aceras están levantadas por las raíces de los pinos, las ramas casi entran por las ventanas y dentro de las viviendas apenas entra la luz solar”, asegura Ana María, otra vecina.
Los pinos amenazan el tendido eléctrico.
Esta misma situación ocurrió en una calle colindante a Monte Perdido. Ana María comenta que “en la calle de Calamocha los pinos ya casi entraban en las casas, pero por suerte el Ayuntamiento los cambió por unos más pequeños”. Ahora los vecinos esperan que también se cambien los árboles de Monte Perdido.